Luciano Rispoli psicoterapeuta: Avances y perspectivas de la Psicoterapia corporal.

in Revista Intecontinental de Psicologìa y Educaciòn “Terapia Psicocorporal” – Universidad Intercontinental Vol. 5 n. 2, México 1992.

Luciano Rispoli, Sociedad Italiana de Psicoterapia Funcional y del Cuerpo.

RESUMEN

Se presenta una breve historia de la relación entre el cuerpo y el soma en la práctica de la psicoterapia. Se propone un modelo del sí-mismo corporal que consiste de cuatro niveles: el cognitivo, el muscular-postural, el emocional y el fisiológico. Este modelo fundamenta la práctica de la psicoterapia funcional y del cuerpo.


ABSTRACT

A brief history of the relationship between body and soma in the practice of psychotherapy is presented. A model of the body consisting in four levels: the cognitive, muscular-postural, emotional and physiological is proposed. From this model is the basis of the functional body psychotherapy.

DESARROLLO DE LA PSICOTERAPIA CORPORAL

La interrelación entre lo relacionado con el cuerpo y tanto de la psicoterapia como la psicología clínica, es una historia que tiene raíces muy antiguas y que, observándolo bien, tiene un progreso basado en fases y desarrollos sucesivos. Este tema, que va más allá de las particularidades de dichas cuestiones, se puede individuar muy específicamente; una vez que se ha podido observar como un todo, como una línea de tendencia en extremo interesante y significativa. Se puede subdividir la historia del cuerpo humano dentro de la psicoterapia en cuatro fases, aun cuando cronológicamente no se suceden.

El cuerpo en las psicoterapias

En esta primera fase, que sobresale ya desde los primeros avances de la psicoterapia (a partir de las formulaciones de Freud en adelante) se delinea la necesidad de un estudio de las funciones psíquicas que considere los procesos corporales. En Freud este aspecto se presenta, de acuerdo al modelo de la ciencia en el tiempo, como biologismo, en la teoría de las pulsiones. Pero rápidamente el mundo psicoanalítico terminó por abandonar las primeras opciones biologistas freudianas, para no recalcar un modelo de tipo medicalístico, poco a poco puesto en crisis dentro de la psicología, y del cual se necesita tomar mayor distancia. En fondo, la psicología es una ciencia relativamente joven, y siente aún el peso de la herencia de las disciplinas que la originaron, es decir, la filosofía y la medicina. Durante un cierto período será constante la tentativa de adquirir una propia identidad, así como de diferenciarse de los paradigmas entre ambas. Y es por estas razones que la psicología clínica en especial, aun conservando la mención de carácter médico, ha privilegiado y desarrollado el estudio de todos los aspectos del funcionamiento humano unidos a lo subjetivo, a lo intrapsíquico, al inconsciente; allí en donde cada acontecimiento parece sin tiempo y sin espacio, unido a lo simbólico (tanto del paciente como del terapeuta), absolutamente único e irrepetible, y al máximo objeto de interpretación del todo personal. El psicoanálisis y las otras psicoterapias verbales durante mucho tiempo han distendido lo relacionado con el cuerpo, viéndolo solamente como un epifenómeno de lo mental, como un lugar de lapsus de somatizaciones, como metáfora de lo psíquico. Por el contrario, el cuerpo era visto como la matriz inicial del nacimiento de la personalidad: un protomental del cual poco a poco se desarrolla una función superior, el pensamiento mucho más importante, capaz de controlar todo lo relacionado con el físico. Pero el cuerpo no podía ser relegado en cada caso a una sola historia evolutiva del individuo; eso de todas formas estaba presente también en lo actual, es decir, al interior de la relación terapéutica, en los procesos de comunicación; aun cuando en estos sólo se intentara tomar los aspectos verbales o simbólicos o fantasmales. El cuerpo existe en el silencio, en el tono de voz, en las posiciones que el terapeuta toma con respecto al paciente durante la cita, en los movimientos. Con el cuerpo se habla y se actúa, en forma implícita o con el conocimiento de ello. En la terapia están bien presentes tanto el cuerpo de los pacientes como el del terapeuta. He aquí por qué la importancia del cuerpo en la psicoterapia ha sido siempre reconocida en la historia de la psicología clínica, aunque esporádicamente en forma no orgánica ni del todo explícita. El interés por lo corporal (y no por el biologismo freudiano) siempre ha estado presente y ha incitado a numerosos investigadores a asomarse en este vasto y fascinante espacio. Poner atención al cuerpo, según el caso ha llevado a una lectura más o menos explícita de aquello que sucede en la terapia en este sentido, o a una intervención más o menos profunda de ello. La historia de la terapia está llena de autores que pensaban así. Dentro del mismo modelo psicoanalítico es suficiente citar la técnica activa de Ferenczi, el holding de Winnicott, el concepto de amor primario de Balint, las concepciones sobre la metodología y sobre la técnica de Racker, hasta las formulaciones cerca de las aptitudes de This y Veldman. Pero ejemplos tan significativos llegan de otros clínicos: del conductismo con sus conceptos de modele flooding, de la gestait, en el interés de cómo el cuerpo se representa ante los demás, de los estudios de Schuitz, con sus técnicas de entrenamiento autógeno somático, etc. Todo esto es preludio para la fase sucesiva y, de alguna forma, ya constituye parte de ella.

Las psicoterapias de integración corporal

En esta fase el cuerpo es considerado específicamente como una parte importante de la persona, una parte que tiene que ser tocada directamente porque la terapia puede superar el in pass que las técnicas verbales habían sólo mostrado. Reich fue uno de los primeros y de los más importantes clínicos que empezó a contactar directamente, y en modo más profundo y sistemático, al cuerpo en terapia. Sus descubrimientos y sus observaciones constituyen hoy en día un pilar en el camino que la ciencia hizo en este sector específico. Su concepto de identidad funcional de psique y soma abre el camino a todas las disciplinas y metodologías que acerca de este concepto de base se han originado y llevado a cabo, con los resultados que todos conocemos perfectamente. Unidad e identidad psicosomática se abren con el descubrimiento de que en el cuerpo está escrita toda la historia de nuestras emociones así como el desarrollo de nuestra vida, desde que nacimos. Reich está por tanto completamente dentro del área de las terapias de integración corporal, habiendo demostrado como primer cosa, con intuiciones en aquel tiempo excepcionales, que los resultados de las terapias verbales no podían ser estables y, al mismo tiempo, durar, cuando por supuesto no eran imposibles de realizar. Era pues necesario integrar el trabajo terapéutico tradicional con intervenciones en el cuerpo, que pretendían modificar las condiciones musculares y neurovegetativas que de otra forma habrían continuado actuando en el paciente, llevándolo a un estado de neurosis. También el modelo técnico de la gestait (con los fundamentos de Peris, alumno del mismo Reich), algunos de los argumentos de psicodrama, de la terapia rogersiana o incluso de la bioenergética de Lowen están a favor de la integración corporal. Pero, por una parte, tras el impacto de algunos parciales aspectos de Reich, que fueron recuperados en los años sesenta (después de su último período biofísico americano, y, por otra parte, las prácticas de grupo que eran difundidas contemporáneamente en California, nacían y se multiplicaban numerosas técnicas terapéuticas que apuntaban básica y exclusivamente al cuerpo.

La psicoterapia como medidor corporal

Descubrir cómo florecieron todas estas prácticas no es fácil, en ellas hubo notables y diferentes realidades, así como diversas experiencias. Además del redescubrimiento de Reich hecho por el ‘mayo francés” en clave forzada y desafinada de revolución sexual; tuvo una gran difusión en América de los encounter groups impulsados por las ideas de Schuitz y una revaloración en clave americana de las disciplinas corporales orientales. Así fue como nacieron terapias como el Grito primario, la Reintegración emotiva, la Biodinámica de Cerda Royesen, la Eutinia, el método Feldenkrais, la terapia Radix, la terapia Core, los masajes Treger, el Rolfing, el Relajamiento, etc. El grave defecto de estos métodos es que con frecuencia son (o han sido) sólo como técnicas de intervención para el cuerpo, faltos de una válida teorización que las examine, las guíe y las convalide en su aplicación. El cuerpo es una vez más puesto en una condición de dicotomización con la psique, aun cuando es de polaridad contraria. El cuerpo termina por caer entonces en el ghetto de lo puramente físico, ya que las técnicas de mediación corporal parten de un medio físico y con frecuencia allí se detienen, necesitando una elaboración cognitiva y simbólica para proteger o integrarlas a las emociones, a los movimientos o incluso sólo a las emociones; pero ésta era una ilusión de la ideología de liberación. Y sin embargo, este florecer de movimientos y de tentativas de alguna forma fue una útil ocasión para ulteriores experimentos que se amparaban en las técnicas más organizadas que habían sido llevadas adelante por las terapias de integración corporal. Entre todas, la primera es la vegetoterapia caractero-analítica, que desarrollaba los conceptos de Reich acerca de la identidad funcional entre psique y soma, y que elaboraba nuevas teorías y nuevas técnicas, en la escuela noruega de Raknes, en Londres con Boadella y en Ñapóles con el autor.

La psicoterapia corporal

Intervenir directamente en el cuerpo en terapia, durante todos estos años, hizo surgir y poner a la luz una serie de fenómenos, de nuevos aspectos del funcionamiento psicofísico del ser humano que no se habían observado en los anteriores enfoques clínicos, también porque no se había tenido materialmente la posibilidad. Se trata de fénomenos fuertes y relevantes, particularmente significativos: emociones muy intensas, posturas, movimientos y tonos de voz extremadamente regresivos, percepciones y recuerdos  lejanos, diversos y profundos estados de consciencia, memorias corporales, reelaboraciones benignas de antiguos síntomas, modificaciones evidentes de las funciones fisiológicas internas (temperatura, ritmo cardíaco, sudoración, puntos de percepción, tono muscular, peristalsis, metabolismo, procesos de flogosis, escalofríos, hormigueos, etc.). Todo esto ha llevado a modificar la idea del sistema interno, ha puesto en mira las conexiones entre psico y somático, poniendo la necesidada de encuadrar tales fenómenos en un sistema teórico complejo y articulado. Nacieron así las nuevas hipótesis para una nueva teoría de la relación cuerpo-mente, que tenían en consideración la parte del funcionamiento de la persona y de la relación interindividual e intergrupal que había sido descubierta por la psicoterapia corporal, así como también otros acercamientos clínicos habían señalado y puesto en evidencia otros fenómenos y otros sectores de función. El campo de la psicoterapia corporal se iba poco a poco consolidando y definiendo cada vez más, a través de cambios y de confrontaciones, que se intensificaban estos últimos años en los grandes congresoso europeos, tanto nacionales como internacionales.

MODELO FUNCIONAL DEL YO

Los procesos corporales analizandos por la psicoterapia corporal en sus formulaciones más recientes, constituyen un sistema funcional que se extiende en más planos y más niveles. De hecho, el cuerpo es también aquello que se estructura en la relación actual, momento a momento, como órgano viviente y espresivo y que tiene como lenguaje fundamental el movimiento. El sistema del yo tiene una existencia original como núcleo inicial de la vida del niño, que se puede suponer unitario e integrado. La hipótesis más válida y eficaz por formular, que apuntan a las nuevas fronteras del conocimiento es, a mi punto di vista, aquella de un conjunto de procesos funcionales que constituyen desde el inicio una compleja estructura intrapsíquica y de relación, un sistema abierto que constituye, si bien en modo no excesivamente elaborado, un yo capaz de movimientos, expresiones y elaboraciones a niveles más altos.

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Solamente por comodidad distinguiremos entre estos: un plano posturo-muscular, uno emotivo-afectivo, un plano más estrictamente fisiológico y uno cognitivo-simbólico. Las capacidades de desenvolverse en estos ámbitos con una utilidad significativa y completa se presentaría en el niño desde el principio. (Fig. 1).

  1. La función posturo-muscular comprende la movilidad de los músculos voluntarios esqueléticos, el tono de los músculos y su capacidad de modificarse o no, según las exigencias de la realidad. Por ello, dentro de la misma está comprendido el lenguaje de la postura, es decir, las relaciones entre las varias partes del cuerpo, de las posiciones de una con respecto a la otra, vistas sobre todo en la repetición y la inmovilidad que nos revelan una alteración en el acto. Pero a este nivel pertenecen también las proporciones corporales, la forma de la cara, el largo de las piernas, el tamaño del tórax, etc.; que revelan, junto con las posturas, la historia anterior, condensada y cristalizada en la imagen que la persona actualmente nos da de sí.                                 
  2. Nivel emotivo-afectivo. Explora los motivos emocionales y la conexión de estos con las funciones expresivas, perceptivas y cognitivas. Con frecuencia se percibe que la emoción vive una vida autónoma, independiente del conocimiento del yo, con una interacción que termina convirtiéndose en fijación patológica.
  3. Consideramos aparte el plano fisiológico porque los movimientos internos son de gran importancia diagnóstica y terapéutica. No están sólo los movimiento macroscópicos y los movimientos sutiles, voluntarios o involuntarios que son significativos cuando desempeñan su papel. También está la movilidad visceral, cardiaca, neurológica y hormonal que constituyen puntos de notable importancia para la lectura de los flujos comunicativos del yo interno.
  4. Finalmente el plano cognitivo-simbólico. Está presente en esta categoría la capacidad de elaboración lógica del individuo, es decir, de utilizar las estructuras psíquicas con operaciones de análisis, comparación y discriminación, que con us tuyen un gran núcleo de la actividad de adaptación en el desarrollo evolutivo El niño modifica su yo y la realidad que le rodea, por una parte con señales y comportamientos y, por otra, modificando el proceso perceptivo sensorial (más desde el punto de vista del significado que del físico, que por otro lado, pertenece al nivel fisiologico).

     El recién nacido tiene entonces formas de pensamiento primarias, no sólo de tipo divergente y asociativo, sino también convergente; tiene pensamientos sintéticos asi como analiticos. Y se reencontrarían del mismo modo formas ya estructuradas de ideación y simbolismo unidas al mundo fantasmal e imaginativo. Resulta ahora más claro entender como el problema principal está repreentado por el análisis de las funciones, en el sentido de relevar e interpretar las incongruencias y no las conexiones entre estas ultimas. Podemos así relevar que un determinado sector puede estar, por efecto de las presiones ambiéntales (siempre entendidas con el sentido de relación), exageradamente desarrollado e hiperespandido, mientras otros procesos corporales pueden permanecer obstaculizados y atrofidos. El estudio de las estructuras del carácter viene especificado y sostenido por una concepción que toma en consideración la constelación cristalizada y crómicamente alterada de los procesos del yo. En un caso podremos tener una función cognitiva particularmente ispessita a rinforzata, que revela una exagerada tendencia de usar el yo casi solamente en el pensamiento, con escasas sensaciones corporales y de perfecciones físicas. O bien, el desarrollo del cognitivo puede haber traído un diferente tipo de separación que se verifica entre las estructuras pertenecientes al mismo plano. En este caso podría suceder, por ejemplo, que la razón y la creatividad, la lógica y la fantasía irremediablemente se contrapongan, como con frecuencia se verifica, a numerosas situaciones de bloqueo del aprendizaje y de no adaptación escolar. Discursos análogos se pueden entretejer por las infinitas combinaciones que varias alteraciones y diferentes desarrollos de los ambientes del yo pueden llevar a determinar. De aquí derivan dos importantes corolarios. (Fig. 2). El primero individua en las alteraciones y en las escisiones, aun en las que se verifican al interior del mismo plano, el tejido eziológico de los varios tipos de patologías funcionales, aquellas no provocadas por una lesión orgánica producida repentinamente. El segundo corolario sostiene que las significaciones de los movimientos corporales no son solamente atribuibles si se ve el interior de un mismo plano, pero están constituidas justamente por las relaciones entre los planos, por la forma en la cual interactúan y han interactuado las diferentes funciones, por los desniveles creados. Los desórdenes son entonces considerados como una interacción compleja del yo y de sus planos funcionales, haciendo comprensible cuáles formas (y por qué) toma el enfermarse de la persona (psíquicas, físicas, psicosomáticas). Es posible intervenir así en lo complejo de la persona y, en particular, en lo corporal que no se toma mucho en cuenta, sin modo fijo y preordenado, sino siguiendo las reales alteraciones del yo de cada individuo.   Las técnicas permiten intervenir con precisión casi métrica en las funciones alteradas, poniendo en contacto las escisiones, ampliando las atrofias, movilizando las esclerosis. Se trata de unificar lo verbal, la cognitivo, las acciones terapéuticas contemporáneas en el plano de la percepción (táctil, visual, auditiva), la muscular (movimiento, masajes), lo fisiológico (modificaciones neurovegetativas, de respiración, etc.). Se intenta llegar rápidamente a zonas profundas, realizar mas bien una regresión obtenida, actuando sobre planos funcionales. La regresión funcional utiliza las estrategias y los recorridos más adecuados para alcanzar eficazmente hasta los núcleos más profundos de la persona en donde los procesos no integrados y la movilidad aún intacta puedan retornar el camino interrumpido hacia el re-equilibrio de las funciones del yo (mejoramiento de los sistemas rápido y duradero, integración, expansión y desarrollo de la personalidad).

LOS CONCEPTOS BÁSICOS DE LA

PSICOTERAPIA CORPORAL

Entre muchos, a mi parecer son cuatro los aspectos centrales en los que la psicoterapia corporal ha puesto hincapié durante estos años, de acuerdo a su movimiento en conjunto y en su terreno común, más allá de las posibles diferencias entre las diferentes escuelas.

   1) El cuerpo ya no es visto sólo como imagen corporal, o como metáfora de lo psíquico, o sólo aspecto simbólico de los conflictos intrapsíquicos, ni siquiera como recipiente de vivencias. Más bien es la misma dualidad psique-soma que ya no se puede juzgar ni como útil ni como satisfactoria.

En este sentido el cuerpo está considerado mucho más allá de su físico, como un sistema complejo y articulado de numerosas funciones, de muchas dimensiones unidas entre ellas en forma tan íntima y profunda que constituyen desde el origen de la vida una inseparable unidad. Las correlaciones entre aspectos, planos y funciones son visualizadas como complejas y recurrentes, más que como una pirámide de jerarquías, con un cuerpo de base y una mente que desde lo más alto controla todo. Entonces es posible hablar de una teoría de conjunto original, de una concepción multidimensional del yo, que comprende en su interior un modelo específico del nacimiento del yo y del desarrollo evolutivo, una teoría global acerca de la etiopatogénesis, acerca de las molestias y finalmente de una técnica diagnóstica y terapéutica. La psicoterapia corporal no se caracteriza entonces por tener como objeto de estudio el cuerpo, no acopia todo aquello que de alguna forma tiene relación con el cuerpo, porque como hemos visto el cuerpo está de todas formas presente en la relación terapéutica. Más bien la psicoterapia corporal está en el área de la psicología clínica que ha ido elaborando este tipo de teorías específicas y originales, teorías que modificarán la tradicional relación cuerpo-mente y que superan dicho tradicionalismo; teorías que han tenido en cuenta ya sea lo que se descubría dentro del nuevo sector, o los datos más recientes que llegaban de las ciencias afines (en particular acerca de la vida prenatal del ser humano). Todo esto está llevando poco a poco, por una parte, a una radical redefinición tanto de viejos como de clásicos conceptos de la psicoterapia y, por otra, a la formulación de nuevos conceptos, en una reordenación del completo cuerpo teórico que no respeta ciertamente sólo el aspecto psicocorporal, sino toda el área de la psicología clínica y de la psicologia más general.

    2) El cuerpo ya no es visto como el lugar de las verdades, en contraposición a un lenguaje verbal que se puede decie o no decir, esconder, mentir. El cuerpo es más bien la organización de todas las funciones, un sistema de planos y diferentes niveles que pueden perder su integración original, su función unitaria. Escisiones y desajustes pueden intervenir en la vida de la persona, haciendo contradictorias no sólo las expresiones corporales en los diferentes planos que las constituyen: un movimiento de rechazo y una sonrisa de aceptación, la parte más alta del cuerpo que acorge con los brazos abiertos y el besito que temeroso se retrae, una sonrisa que puede ser un gesto de desagrado, una cara tranquila y una intensa taquicardia.

El cuerpo no envía pues un mensaje unívoco, así como tampoco lo envía el mensaje verbal. Y tampoco se puede decir que la verdad esté en el aspecto tranquilo de la cara o en la taquicardia. Pero todo es más comprensible y claro si pensamos el los múltiples procesos funcionales, que bajo su impacto negativo y frustrante del niño con su ambiente, se alteran, no siendo congruentes y unitarios entre ellos y por ello contradictorios. La psicoterapia corporal, y particularmente la perspectiva funcional, en las que quien escribe elabora elabora estudios e investigaciones desde hace muchos años, se ocupan ciertamente del análisis y del avance de éstas conexiones entre los varios procesos funcionales, de las leyes profundas de función. Que existan conexiones entre emociones y enfermedades psicosomáticas, entre stress y sistema inmunológico, entre cuerpo y angustia, entre carácter u depresión, son hipótesis que en la actualidad están suficientemente fundamentadas. El problema es el entender el cómo tales conexiones, cuáles son los mecanismos y, sobre todo, cuál es el funcionamiento de todos los planos intermedios entre la forma del macro y del micro, profundamente hasta el funcionamiento celular, de los neurotransmisores del sistema inmunológico.

   3) De aquí parte directamente otro punto central del área de la psicoterapia corporal. De hecho, ésta no es ni siquiera terapia de lo somático. Allí en donde los desajustes de algunos planos del yo de los demás sean intensos y profundos, no es posible pensar en intervenir sólo en un plano para llegar a los núcleos centrales del yo, para realizar tranformaciones sensibles y estables.

La hipótesis es más bien la de actuar siempre, integrando más planos, para suplir los desajustes en acto, para reequilibrar el completo cuadro del yo, para permitir a los diversos procesos volver a funcionar en modo coherente o congruente con las reales situaciones externas. Se empieza a entender entonces que no se trata tanto de usar técnicas diferentes para tener instrumentos más vastos, sino más bien de integrar los conocimientos en los planos más diversos (muscular, movimiento, imaginación, simbólico, emociones, conocimientos, fisiológico), reunidos en un solo cuadro teórico, para evitar el riesgo de que funciones alteradas y ajenas, no modificadas por una intervención directa, vuelvan a actuar poco a poco llevando nuevamente a la persona al estado en el que se encontraba antes de la terapia. Se trata de usar una técnica multifocal, así como la técnica multidimensional es la concepción del yo.

   4) Ultimo punto, no de menor importancia, es que la psicoterapia corporal es, y será, una psicoterapia. Y no hay que entender con esto una metodología que pretende sólo lo psíquico o lo verbal, sino un proceso que tienda ya sea a la solución de los síntomas o a la reestructuración del funcionamiento general del paciente.

La psicoterapia es, en este sentido, intensa como un complejo proceso, un recorrido, en el cual son indispensables: la experiencia profunda de regresión, el recorrido de las etapas de la propia vida, el reconstruir a través de la relación con el terapeuta una nueva historia afectiva con respecto a la de la propia familia, el poder escuchar, la experiencia emocional de cambiar, el crecimiento de la propia autonomía, la separación. Entonces, tampoco la psicoterapia corporal puede reducirse en lo absoluto a un conjunto de técnicas, a una aplicación mecánica de ejercicios, sino que se desarrolla y realiza sus objetivos gracias a la relación con el terapeuta, a una teoría de la relación, a un uso de metodología y una ética correcta de tal relación a una modificación gradual pero profunda de las características de esta relación particular, desde el inicio hasta su conclusión.